miércoles, 11 de noviembre de 2015

5. HISTORIA DE SU ESTUDIO O ANTECEDENTES

Las diversas formas en las que se conceptualiza y caracteriza el autismo, como se ha referido, suelen incluir los mismos déficits o alteraciones, pero se enfatizan de diferente manera según la postura de cada autor o el devenir histórico de los instrumentos de clasificación. Realicemos un recorrido histórico para comprender la conceptualización y caracterización del síndrome autista.
              En 1911, el psiquiatra y eugenista E. Bleuler empleó por primera vez el término autismo para referirse al aislamiento del mundo exterior que observaba en los esquizofrénicos adultos. No fue sino hasta 1943 que se empleó como una alteración en el desarrollo infantil. 
            El pionero Leo Kanner, en 1943, planteó como base del cuadro clínico del autismo la incapacidad para relacionarse de manera normal con las personas y situaciones; y como secundarias las alteraciones del lenguaje, la preferencia por la no variación del contexto y la predilección por las actividades ritualizadas. Hans Asperger, contemporáneo de Kanner, centró su interés en los rasgos expresivos y comunicativos, particularmente, en las anomalías prosódicas -melodía peculiar- y pragmáticas -uso restringido- de su lenguaje (Sanz et. al., 2007). 
            Tras estos dos teóricos, otros investigadores expresaron de manera distinta la focalización del cuadro clínico y/o añadieron otras características. En contraposición con Kanner, Michael Rutter no considera la incapacidad afectiva como el aspecto primario, sino las alteraciones lingüísticas que, a su vez, alteran el resto de las funciones. La psicóloga L. Wing, a partir de su propia experiencia con su hija autista, determinó como nuclear el aspecto de la deficiencia social -interacción-, pero junto a éste añadió dos rasgos más: la comunicación social -verbal y no verbal- y la comprensión social -imaginación-. A ella se le debe la noción de espectro autista, es decir, cómo los rasgos autistas pueden presentarse en un continuum o dimensiones que no sólo repercuten para establecer este cuadro clínico, sino a otras esferas del desarrollo infantil. En coincidencia, A. Riviére estableció dimensiones sociales, de comunicación y lenguaje, de simbolización, de anticipación y flexibilidad para caracterizar los aspectos que se veían alterados en el autismo.
Las características clínicas del cuadro autista pueden desplegarse de la siguiente manera:
  • Disarmonía en el desarrollo -los problemas con las habilidades y destrezas motoras se hacen más evidentes conforme avanza la edad cronológica-
  • Áreas interpersonales y comunicativas gravemente perturbadas
  • Área adaptativa o habilidades de la vida cotidiana -relativamente semejante con respecto a los niños con desarrollo normal-
  • Área cognitiva -no presentan habilidades simbólicas de representación, no atribuyen estados mentales a los demás, no muestran empatía, no conceptualizan que los otros tienen sentimientos, intenciones y pensamientos que guían sus acciones hacia los demás y hacia las cosas que lo rodean-
La conceptualización del espectro autista como un trastorno que tiene una base social o afectiva dio paso a la etiología psicogénica que fue acogida hasta entrados los años sesenta, mientras que su conceptualización desde una base fisiológica dio origen a la etiología biológica que tuvo más eco en las últimas décadas. Estas perspectivas etiológicas divergentes han ayudado a conceptualizar y caracterizar el síndrome autista a través de años de estudio. 

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