La Organización Mundial de la Salud comprende a la epidemiología como el estudio sobre la manera en la que se distribuyen las enfermedades -estudios observacionales y descriptivos- y la forma en la que ciertos estados o eventos son determinantes para mantener la salud y controlar la enfermedad -estudios analíticos-.
En cuanto a la epidemiología del Trastorno del Espectro Autista (TEA) se ha determinado que éste afecta a casi el 0.6% de la población y que éste es más frecuente en hombres que en mujeres. También se ha concluido que afecta por igual a cualquier clase y contexto económico, social y cultural. Asimismo, se ha establecido que el síndrome autista ha aumentado en las últimas fechas.
Además de las causas etiológicas mencionadas que se atribuyen a factores sociales o biológicos, algunos investigadores han atribuido este aumento a otras causas como factores tóxicos, o incluso genéticos, al afirmar que las necesidades tecnológicas han permitido a las personas con Asperger acceder a un nivel socioeconómico óptimo para establecer una familia. Si bien, aún se desconocen el impacto de los factores ambientales en la etiopatogenia del síndrome autista, algunos investigadores sostienen que es relevante para establecer la epidemiología del autismo, como el estudio que explora la relación entre los niveles séricos de plomo, el daño del ADN y la severidad del síndrome autista. Aunque los resultados no mostraron diferencia significativa en los niveles de plomo entre los grupos, sí arrojaron que el daño del ADN fue mayor en los pacientes autistas en relación con el grupo control teniendo como base la severidad del retardo mental, los sujetos con trastorno moderado / severo expresan un daño del ADN significativamente mayor a los que expresan trastornos ligeros y al grupo control. En síntesis, los resultados obtenidos en el estudio sobre la epidemiología del síndrome autista "apoyan la presencia de daño del ADN en estos pacientes, y sugieren que ese daño en los pacientes autistas pudiera ser un factor que se relaciona con el grado de retardo mental en estos enfermos." (Noris-García et al.,
2013: 7). Además, otros estudios han investigado si hay una posible asociación entre el autismo y la aplicación de las vacunas infantiles por el exceso de mercurio del tiomersal empleado como conservador en algunas vacunas desde 1930. Las investigaciones han arrojado que los niños que han sido expuestos a esta sustancia presentan ataxia, disartria, disminución del campo visual, neuropatía periférica, psicosis tóxica, depresión, ansiedad y un tamaño de cabeza pequeño; sin embargo, aún "no existen hasta el presente elementos que demuestren una relación causal entre el autismo y las vacunas; o entre el autismo y el tiomersal" (Roque, 2004: 8).
Concluimos este apartado con la reflexión sobre la epidemiología del autismo. La distribución de esta enfermedad se ha determinado a partir de causas sociales, causas biológicas y recientemente por causas ambientales. Aún no está claro cuál es el impacto de cada uno de éstos componentes ni cómo estos influyen en la distribución epidemiológica del autismo, pero sí se ha establecido que éste ha aumentado en los último años y que afecta más a hombres que a mujeres. Particularmente, estudios como el que presenta el Instituto cubano de higiene y epidemiología nos invita a reflexionar sobre el impacto que la contaminación ambiental podría tener en nuestra salud, en nuestra genética como especie; y sobre cómo estas cifras, relacionadas particularmente con el autismo, podrían aumentar si no se emprenden acciones para contrarrestar, con medidas ecológicas, la toxicidad de nuestro entorno.
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