El autismo se ha conceptualizado de maneras distintas a partir de las diferentes clasificaciones internacionales. El autismo se incluye en una categoría llamada Trastornos generalizados del desarrollo (TGD). En términos generales, su conceptualización incluye déficits en diversas áreas del desarrollo y el funcionamiento social, cognitivo, motor, lingüístico, psíquico, entre otras; así como dificultad para interactuar con otros mediante la comunicación verbal y no verbal; para poder imaginar vía el juego simbólico; y para innovar intereses y actividades en la cotidianeidad. El DSM-IV y el CIE-10 son dos clasificaciones internacionales para conceptualizar y distinguir diversos trastornos similares agrupados en los TGD. Entre los trastornos que se han incluido en esta clasificación del DSM-IV está el síndrome de Asperger, el síndrome de Rett, el trastorno generalizado del desarrollo no especificado, el trastorno desintegrativo de la infancia y el síndrome autista. Mientras que en el CIE-10 se incluyen el autismo infantil, el autismo atípico, el síndrome de Rett, otros trastornos desintegrativos -Heller-, trastorno hipercinético con retraso mental y movimientos estereotipados, síndrome de Asperger y trastorno generalizado del lenguaje sin especificación (Roque, 2004).
Antes de la publicación del DSM-IV y del CIE-10, el síndrome autista se conceptualizó de distintas formas. El DSM-II aparece en 1969 y clasificaba al autismo como una reacción psicótica de la infancia, así que el autismo se conceptualizaba como una psicosis y los niños se diagnosticaba como sujetos psicóticos. El DSM-III aparece en 1980 y en él se incluyó el trastorno dentro de los Trastornos generalizados del desarrollo (TGD) bajo el nombre de autismo infantil, este término conceptualizaba al autismo como una afección global del desarrollo del niño. El DSM-III-R aparece en 1987 y cambia el término a trastorno autista, con lo que amplía los criterios de diagnóstico y las formas no autistas se agruparon bajo la categoría Trastornos generales del desarrollo no especificados (TGD-NE). El DSM-IV aparece en 1994 y, en éste, el autismo permanece en la clasificación de Trastornos generales del desarrollo con criterios claros, pero menos restrictivos, lo que ocasionó un aumento en la prevalencia de los casos de autismo, convirtiéndose en el más común de los problemas de desarrollo, específicamente, según las indicaciones de la categoría, se podía incluir a un sujeto con conducta, intereses y actividades estereotipadas, aunque no manifestara problemas de interacción social (Albores et al., 2008).
El trastorno del autismo aparece antes del inicio del cuarto año de vida, entre el mes 30 y 36. En el DSM-IV se resaltan como puntos nucleares para su conceptualización la alteración cualitativa de la interacción social, la alteración cualitativa de la comunicación y patrones de comportamiento, intereses y actividades repetitivos, estereotipados y restringidos. Bajo estos criterios se conceptualiza dentro de los Trastornos generales del desarrollo (TGD), distingiéndose así de otros trastornos de la misma categoría, aunque para algunos el síndrome autista debería conceptualizarse de manera más fina debido al continuum que se observa entre éste y el síndrome Asperger, es decir, son trastornos independientes o el mismo problema que se manifieta con déficits diferentes.
Antes de la publicación del DSM-IV y del CIE-10, el síndrome autista se conceptualizó de distintas formas. El DSM-II aparece en 1969 y clasificaba al autismo como una reacción psicótica de la infancia, así que el autismo se conceptualizaba como una psicosis y los niños se diagnosticaba como sujetos psicóticos. El DSM-III aparece en 1980 y en él se incluyó el trastorno dentro de los Trastornos generalizados del desarrollo (TGD) bajo el nombre de autismo infantil, este término conceptualizaba al autismo como una afección global del desarrollo del niño. El DSM-III-R aparece en 1987 y cambia el término a trastorno autista, con lo que amplía los criterios de diagnóstico y las formas no autistas se agruparon bajo la categoría Trastornos generales del desarrollo no especificados (TGD-NE). El DSM-IV aparece en 1994 y, en éste, el autismo permanece en la clasificación de Trastornos generales del desarrollo con criterios claros, pero menos restrictivos, lo que ocasionó un aumento en la prevalencia de los casos de autismo, convirtiéndose en el más común de los problemas de desarrollo, específicamente, según las indicaciones de la categoría, se podía incluir a un sujeto con conducta, intereses y actividades estereotipadas, aunque no manifestara problemas de interacción social (Albores et al., 2008).
El trastorno del autismo aparece antes del inicio del cuarto año de vida, entre el mes 30 y 36. En el DSM-IV se resaltan como puntos nucleares para su conceptualización la alteración cualitativa de la interacción social, la alteración cualitativa de la comunicación y patrones de comportamiento, intereses y actividades repetitivos, estereotipados y restringidos. Bajo estos criterios se conceptualiza dentro de los Trastornos generales del desarrollo (TGD), distingiéndose así de otros trastornos de la misma categoría, aunque para algunos el síndrome autista debería conceptualizarse de manera más fina debido al continuum que se observa entre éste y el síndrome Asperger, es decir, son trastornos independientes o el mismo problema que se manifieta con déficits diferentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario